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Cuento de Carmen Nani |
- No pude llegar antes, se excusa.
Ella no escucha, está esperando su paquete.
- Estás muy linda.
Qué me importa piensa Inés aunque se lo agradece. Su ansiedad es cada vez mayor.
- ¿Cómo fue tu día?
- Tranquilo.
Pero ¿Por qué no me da el paquete de una vez?, piensa y se acomoda el pelo detrás de la oreja. El reloj pulsera señala más de las doce. ¿Vamos a estar toda la noche así ? Se acerca al hombre que espera un beso. Ella aprovecha el gesto para agarrar el paquete. Tiene olor a alcohol. No es la primera vez. No importa, ya es mío, piensa Inés.
- Estuve en una cena de trabajo, miente, pero ella ya corre escaleras arriba abrazada a su regalo. El hombre deja el saco en el perchero. No la sigue. Se sienta a los pies de la escalera.
- ¿Qué te pasa? ¿No te importa dónde fui o con quién estuve?
- Subí que no te escucho.
Sus manos luchan afanosas por arrancar el papel. El hombre prende un cigarrillo. Soy como una prostituta que no cobra, sino que paga una aventura, con un regalo, piensa.
- Ya no te intereso ¿No?
- Qué decís. No te escucho.
¿Será lo que espero?, se pregunta Inés. En su apuro por abrirlo, los pedazos de papel color púrpura caen, pero el hilo no cede. Él ha subido las escaleras y ahora la mira. Tira el cigarrillo e intenta arrebatar le el paquete. Se lo quita.
- ¿Es sólo esto lo que esperas de mí?
- Sí, bueno no.
El hombre abre la ventana para tirarlo. Inés en su desesperación alcanza el hilo de seda y tira con tanta fuerza que se lastima las manos. La sangre mancha los pedazos de papel púrpura que han quedado adheridos a la caja.
- Estuve con otra.
- Después me contás. Esperá que vea lo que me trajiste, contesta Inés como ausente. Cuando logra abrir la caja lo mira sin entender. La caja está vacía.
- Así me siento.
Inés se incorpora y lo mira con pena.
- Pobre, ni siquiera supiste qué compararme No importa. Quizás no fui lo suficientemente clara. La próxima vez te voy a orientar mejor.
El hombre la mira.
- ¿Tenés hambre? Te caliento la cena. Yo ni la probé.
- Bueno, se sienta en silencio.
Ella sirve lo que ha preparado. En ese momento se da cuenta de que tiene el vestido manchado con sangre, lo disimula alisando la falda. Se sienta a la mesa, acomoda su cabello detrás de la oreja y come, también en silencio.
Cuento inedito.
Espero lo hayan disfrutado...
Espero lo hayan disfrutado...
Camen
4 comentarios:
hasta donde puede llegar la negación de la realidad.....cuánto me hacés reflexionar Carmencita querida,siempre poblada de un mundo tan rico que despabila el día de aquellos que te admiramos y queremos.
Felicitaciones y no dejes de dar lo mejor....hasta siempre!
No hay peor ciego que el que no quiere ver. Hermoso cuento Carmen, veremos si en Navidad tendremos nuestro paquete lleno! Un abrazo
No lo había pensado como la negación de la realidad... he aquí una muestra de lo que se escribe sólo cobra vida al ser interpretado por el que lo lee. ¡Gracias a vos, Titi!
Un beso
Carmen
Cómo le comenté a Titi, un cuento se enriquece y se recrea a partir de la mirada del otro. Vos hablás de ceguera, yo lo había pensado como la incomunicación...
Gracias ME
Un beso
Carmen
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