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23 may 2013

"PATA DE CABRA" SEGÚN JOSEFINA TREBUQ

PATA DE CABRA es el resultado de muchos  esfuerzos compartidos, de apuestas amorosas sin pagare o garantía, postas de confianza y generosidad. 

Contó además con la colaboración desinteresada de “grandres” como Cristobal Reinoso-Crist-María Teresa Andruetto, Daniel Diivinsky, Raúl Aliaga, Angelina Covalschi, Luz Nani, Lucía Benites, María Teresa Ceballos, Liz Kent, “Puchi”, Carlos Lista, y fundamentalmente con el profundo e incondicional amor de mis hijos y mi esposo. 

PATA DE CABRA desafió a Liz Kent, quién venía amasando su propia idea.  Liz aceptó el desafío.  Âlaya editorial es la respuesta contundente de alguien que confió, sin paracaídas.
Después de lo vivido esa noche, cobijados en el mágico ambiente de la Biblioteca Popular Velez Sardfield, el cálido recibimiento sus anfitriones, la mirada atenta de Sebastián detrás del obturador de su máquina de fotos, la presencia de tantos amigos, y por sobretodo, con el apoyo incondicional de nuestros seres queridos, seguramente Liz, no necesitará de un paracaídas, y PATA DE CABRA se irá abriendo camino.


El primer el gran acierto de esta novela, intensa, es su título. Basta leer, escuchar “Pata de Cabra”, para encontrarnos por asociación, inevitablemente sumergidos en una atmósfera de infamia y magia. “Abracadabra, pata de cabra” y la certeza de que todos los límites pueden superarse, nos invade. “Abracadabra, pata de cabra” y nadie podrá seguir siendo el qué, hasta entonces era. “Abracadabra, pata de cabra” y dos más dos ya han dejado de ser cuatro… Con estas palabras, Josefina Trebuq, sedujo al público con un análisis exquisito, profundo y meticuloso de la novela PATA DE CABRA. Este clima, conviene, además- y quiero subrayar la astucia, desde el punto de vista de la escritura de la novela- a esa artesana de las palabras que es Carmen Nani: la habilita a dar luego esa pirueta loca o salto mortal de pasar del realismo, que de todos modos impera con crudeza en el relato, a lo fantástico cotidiano. Desafío nada fácil en una novela. Naturalmente acorde y típico de un cuento en cambio, género en el que Cortázar lo experimenta magistralmente. Trabajando en la novela como un mecanismo de relojería, Carmen Nani sale igualmente victoriosa….

Al leer la devolución de Josefina, aparece cada vez con mayor claridad la razón que imperiosa, irrefrenable, impone a cada autor la necesidad de publicar su obra: el acto de escribir, de crear con la palabra, termina sólo cuando lo escrito es leído por otro. Cuando el que lee, descubre aquello cuya existencia, el autor estaba muy lejos de imaginar.

Un segundo golpe de gracia temprano, nos lo da el epígrafe de Luis Galeano: “Los espejos están llenos de gente, los invisibles nos ven….” Como “Alicia en el país de las Maravillas”- a quién éstas nunca le resultaban “maravillosas” sin “aterrorizarla” simultáneamente, Lucía, la protagonista de “Pata de Cabra” sacudida por un hecho de proporciones brutales para ella, empieza a sumergirse en una especie de calidoscopio mental, en mil rostros suyos, y de los que le dieron origen y la rodean, todos desconocidos, reveladores, desestructurados, y a la vez, clarificadores…. Lucía tan emocionalmente aguda y excesiva como su imaginación y su capacidad de ver la realidad, que los demás no captan ni niegan. Si me preguntaran qué me llamó más la atención de la novela debería decir que su valentía. Y no porque Lucía ande aventurándose por sórdidos arrabales, ni se involucre en negocios turbios o viva desopilantes e incontrolables aventuras eróticas. En esta novela, imperan los espacios cerrados: el auto-la casa-una clínica…. Y lo doméstico es primordial. Lo que sucede, para nuestro bien, es que Lucía tiene una mente libre, a imagen y semejanza de Carmen Nani, supongo. Es capaz de ver y de decirse todo, en el único plano verdaderamente peligroso: el de las relaciones que nos constituyen en personas. No estoy haciendo un elogio menor. De Shakespeare se dijo de que fue la mente más libre y valiente del mundo…. ”Pata de Cabra”, el mundo interno femenino y las interacciones primeras que nos marcarán de manera indeleble, incluso en como luego nos relacionaremos en el plano social. Así como en la familia, será en la sociedad, se podría afirmar casi tajantemente. 

En este punto me detengo, releo el párrafo y celebro que lo que intenté transmitir fuera tan claro para Josefina. A mí descubrirlo, me tomó mucho más tiempo… 

Desde una lectura “Junguiana”, creo que la novela relata la elaboración de la CRISIS DE LA MEDIANA EDAD… en ese momento-Jung hablaba del “demonio del mediodía”- cuando la luz es tan cruda que podemos ver cada detalle en sus luces y sus sombras. En que adoptamos a nuestra SOMBRA –en lenguaje junguiano- como parte inevitable de nosotros mismos y, por ende, todo se vuelve ambivalente y contradictorio, empezando por nuestra identidad y nuestros sentimientos. Algo… una “niebla” se ha levantado para siempre: la negación propia e inherente a la adolescencia que nos permite la energía puesta en el actuar para construir y dominar el mundo. Ahora la perspectiva cambia, las idealizaciones caen con ruido, y tenemos incluso, que re-enfrentar nuestras tempranas desilusiones y primeras frustraciones, a fin de convertirnos en aquellos seres maduros y luego ancianos, capaces de ser felices y de sostener a las nuevas generaciones en lugar de destruirlas con nuestro resentimiento y nuestra envidia. Extraña paradoja la que plantea simbólicamente esta novela:

6 may 2013

PRESENTACIÓN DE LA NOVELA °PATA DE CABRA° de Carmen Nani

FRAGMENTO....

Cobijo entre mis brazos a este hombre que se me ofrece desnudo, absolutamente vulnerable. Le acaricio el cabello. Lo dibujo con la yema de los dedos. Ahora duerme tranquilo, sereno, inofensivo. Ha quedado quieto el deseo. Sólo me une a él la ternura y el saberlo tan carente de afecto como yo. Lo siento respirar sobre mi pecho, tan mío, buscando aún en sueños mis caricias. Es como un gato acurrucado en los brazos de la persona en quien confía. No desconfía de mí. No sabe de mis remordimientos, ni de mis debates entre este hombre que ahora me cautiva, me consume, y ese otro que por momentos me amedrenta hasta el miedo más íntimo. ¡Cómo logro eternizar este momento, atraparlo en el tiempo! Conservarlo así, débil, frágil, sin una sola de sus máscaras. O la que tiene ahora es otra, la más perfecta, la más cruel. Con la que me domina, o por lo menos pretende hacerlo. Eso me confunde. Me corroe, me subyuga, me recorre entera. Y sin embargo, se adueña de mí. Me posee aún sin poseerme y excita a esa otra Lucía que no se deja tiranizar. Que goza de él de la misma manera que él la disfruta. Que lo seduce, que lo lleva lentamente a la pérdida total de la conciencia. Mis manos, sus cadenas. Mi cuerpo, el cepo que se yergue enardecido y lo sojuzga. En ese momento, cuando el placer es casi un asesino, yo soy la que somete. Eterna lucha entre el macho y la hembra. El de domesticar y ser domesticado. Después, la calma y este hombre que queda a mi merced.