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5 jul 2021

EL BILLETE DE LA LOTERÍA, de Antón Chéjov


 Iván Dmítrich, un hombre de clase media que mantenía su familia con unos doscientos rublos al año, estaba muy satisfecho con su suerte.

Se sentó en el sofá después de cenar y empezó a leer el periódico.

—Hoy me he olvidado de mirar el periódico —le dijo su mujer mientras quitaba la mesa—. Fíjate si han salido la lista de premios.

 —Sí, sí están —dijo Iván Dimítrich—, ¿pero no había sido ya el sorteo de ese billete?

—No, lo compré el martes.

—¿Cuál es el número?

—Serie nueve mil cuatrocientos noventa y nueve, el número veintiséis.

—Bueno… Vamos a ver… nueve mil cuatrocientos noventa y nueve, y veintiséis.

Iván Dmítrich no creía en el azar y no le interesaba la lotería y, por lo general, no hubiera consentido revisar la lista de números premiados, pero ahora, como no tenía otra cosa que hacer y el periódico estaba ante sus ojos, deslizó su dedo hacia abajo a lo largo de la columna de números. De inmediato, como una burla a su incredulidad, no más allá de la segunda línea, su mirada se fijó en la cifra nueve mil cuatrocientos noventa y nueve. No pudo creer lo que veía, se apresuró a soltar la hoja en su regazo sin mirar el número del billete y, como si le hubieran tirado un balde de agua encima, sintió que el frío le llegó a la boca del estómago; una sensación terrible y dulce al mismo tiempo.

—¡Masha, nueve mil cuatrocientos noventa y nueve, ahí está! —dijo con voz ahogada.

La mujer miró su gesto entre asombro y espanto, y se dio cuenta de que no estaba bromeando.

—¿Nueve mil cuatrocientos noventa y nueve? —preguntó ella, palideciendo y dejando caer el mantel doblado sobre la mesa.

—Sí, sí… ¡De verdad que está ahí!

—¿Y el número del billete?

—¡Ay, es verdad! El número del billete también. No. ¡Espera! Quiero decir: de todas formas, ¡nuestro número de serie está allí! De todas formas, entiendes…

Miró a su esposa, y a Iván Dmítrich se le dibujó una sonrisa amplia, sin sentido, como un bebé cuando se le muestra algo brillante. Ella sonreía también. El hecho de anunciar la serie sin correr a encontrar el número del billete fue tan agradable para ella como para él. El tormento y la expectativa ante la esperanza de una posible fortuna es tan dulce, tan emocionante.

—Es nuestra serie —dijo por fin Iván, después de un largo silencio—. Así que es probable que hayamos ganado. Es solo una probabilidad, ¡pero existe!
—Está bien, ahora míralo —reclamó ella.

 —Espera un poco. Tenemos tiempo de sobra para decepcionarnos. Está en la segunda línea desde arriba, por lo que el premio es de setenta y cinco mil rublos. Pero no solo es dinero, ¡es capital, poder! Y si en un momento miro la lista y ahí está el número veintiséis… ¿Qué me dices? ¿Oye, y si realmente hemos ganado?