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21 oct 2019

EL NARRADOR, de Oscar Wilde

Había una vez un hombre a quién todos querían porque contaba historias muy bonitas. Diariamente salía por la mañana de su aldea, y cuando volvía al atardecer, los trabajadores, casados de trajinar todo el día, se agrupaban junto a él y le decían:
-¡Anda, cuéntanos lo que has visto hoy!
Y él contestaba:
-He visto en el bosque a un fauno que tocaba la flauta, y a su alrededor muchos enanitos con sus gorras de colores, bailando alegremente.
-¿Qué otra cosa viste?- le preguntaban los hombres, que no se cansaban de escucharlo.
-Cuando llegué a la orilla del mar ¡A que no se imaginan lo que vi!

14 oct 2019

AMOR DESAPARECIDO, Tununa Mercado


Lo mira insistentemente. Lo toca dejando perdurar sus dedos en las líneas de su boca. Lo besa con labios y lengua. El arrobamiento no aparece. Lo vuelve a abrazar, lo suelta, toma distancia para evaluar con el entendimiento lo que le niega la emoción. Él es el mismo pero ella ya no desentraña en él aquel brillo que otrora la iluminaba. Sus manos son las mismas y cuando las toma entre las suyas cree reconocer una tibieza conocida, pero, si bien la tibieza está, pareciera que de algún modo fuera segregada sin intención ni mensaje y existiera por su propio continente natural, las manos. Se aparta, observa la situación tratando de buscar el punto donde sea posible recomenzar. Se esfuerza por clavar su mirada en sus ojos y transmitirle una pasión incontenible; dice dos o tres frases vehementes intentando crear una situación de reacomodamiento amoroso; sonríe y entorna los ojos retrotrayéndose a gestos de seducción que antes bordeaban el desmayo pero que ahora se disipan, contra paredes muelles y sin resonancias; vuelve a poner sus labios en su boca queriendo extraer una sensación, al menos una distante sensación que vuelva a dibujar la forma del deseo; se aprieta contra su cuerpo y hace coincidir, como tantas otras veces, su pubis contra su sexo.

7 oct 2019

DELITO, de Antonio Di Benedetto



Yo era un tenaz fumador. Una noche quedé dormido con un tabaco en la boca. Desperté con miedo de despertar. Parece que lo sabía: me había nacido un ala de murciélago. Con repugnancia, en la oscuridad busqué mi cuchillo mayor. Me la corté. Caída, a la luz del día, era una mujer morena y yo decía que la amaba. Me llevaron a prisión.
Del autor del "Caballo en el salitral" y "Zama".
Que lo disfruten,
Carmen