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10 nov 2010

CITA A CIEGAS

Llueve. Es una mañana gris y fría. Llueve y el café parece cerrado. Las ventanas que miran a la calle, empañados por el contraste de temperatura, ocultan las sillas de madera sin brillo y las mesas con manteles a cuadro. El color no importa. Llueve y el bar está vacío. La máquina de café resopla aburrida y su aliento se  mezcla con el olor a medialunas. El lugar  está listo. Llueve y el bar espera.
Se abrirá la puerta y él entrará. Elegirá una mesa junto a la ventana, aunque inmediatamente se dará cuenta de su error. Me tendría que sentar más apartado. En un rincón con menos luz. Aunque con mucha o poca nada va a cambiar. Ojalá pudiera cambiar mi cara,   mi nariz, mi boca. La nariz  no es tan terrible. Cualquiera puede tener una nariz grande. ¿Acaso no hay famosos por su nariz? Cyrano pasó a la historia por su tremenda nariz. ¿Pasó a la historia o fue un personaje de novela? Yo soy un personaje de terror. Y no soy poeta como Cyrano. Feo, sin imaginación; no, imaginación tengo, lo que no sé, es decir palabras bonitas. Aunque a ella le gusta mi voz, y lo que le digo por teléfono. Claro, nunca me ha visto.
No verá a la dueña del bar que parada a su lado le preguntará, sin mirarlo, si va a desayunar:  “Sí, bueno, no. En realidad sí pero todavía no”,  balbuceará nervioso sintiéndose descubierto, ridículo.No debí proponérsele. No me conformé con una amistad sin identidad. Pretendo lo que no logré, ni voy a lograr. ¡ Lograr qué! Si nadie pudo quererme. Nadie se atrevió jamás a besar esta boca obscena, que se abre en tres labios lastimados.Se tocará el labio deforme, y estará a un paso de levantarse para huir, pero se detendrá. La puerta se abrirá en ese momento.
La puerta del bar se abrió. Estoy segura. Segura de cada ruido, de cada sonido. Conozco la vida de este bar a través de sus movimientos. Viviendo al lado es fácil conocer sus rutinas, sus silencios. Los silencios me gustan, aunque es cuando menos puedo saber. Ahora sé que alguien entró, escucha desde el zaguán de su casa. ¿Habrá sido él? Me prometió no faltar a la cita. Y le pedí que no, que no me trajera flores. ¿Para qué? Aunque me gusta el perfume de las flores. Mientras sus dedos siguen el contorno de cada botón de la camisa, tratará de no soñar, no querrá ilusionarse con la cita. Tal vez no cumpla.  Eso no sería lo malo. Malo sería que apareciera, que me conociera, y que al darse cuenta de cómo soy, huyera, me dejara sin su voz. Al principio no lo tuteaba. Su voz me impresionaba. Tan grave, tan honda, Su dulzura me conmovió y ahora lo trato de vos. Pero no me creyó cuando le dije que lo amaba a través de su voz, y que no me importaba nada más. ¿Porqué no me creyó? Quizás porque intuye que algo le oculto.
Él se sentirá aliviado. No era ella. Un joven calado hasta los huesos, cerrará la puerta, se sentará y pedirá un desayuno completo. Él lo mirará y pensará que es bello. Pero no sentirá envidia. Sólo pena de sí mismo.
Permanecerá inmóvil en un rincón del  zaguán. Sabe que el bar la espera a unos metros, respirará hondo y abandonará su refugio. Se  pondrá el piloto rojo que escondía dentro de una bolsa porque con ése piloto, él podrá reconocerla. Se dará ánimo, abrirá el paraguas, y saldrá para encontrarse con el hombre que ama. Caminará muy despacio, de memoria. Rozará de tanto en tanto la pared con la mano, cada dedo percibirá la superficie rugosa de siempre, hoy mojada, mientras apura el paso hacia el café. Llueve. La mañana se ha puesto blanca. Llueve y las ventanas del bar protegen a los que están dentro. Sin embargo, el hombre sentado a la ventana verá la lluvia, y creerá morir cada vez que la cortina de agua se abra para dar paso a una mujer.
¿Cómo serás? Ojalá no seas hermosa. Aunque con esa voz no podés  ser de otra manera. ¡Ella pudo haber pensado lo mismo! Mi voz es seductora, melodiosa. Me lo dijo. Lo sé. Y tal vez espera encontrar a un hombre digno de esa voz, un hombre y no  esto.
Su complejo lo llevará a la desesperación cuando la puerta del bar se abra. Ella entrará ingenua con su piloto rojo. Esperará, sin buscar, que alguien se le acerque. No esperará a un hombre sino una voz. Él la mirará emocionado, conteniendo el dolor de saberla aún más bella de lo que la imaginó. Su reflejo en el vidrio empañado de la ventana lo devolverá a la realidad. Pensará que La Bella y La Bestia sólo existen en cuentos de hadas. Pagará lo que no consumió y se escurrirá entre las mesas, suplicando que no lo vea. Contendrá el aliento cuando pase por detrás de ella como si de esa manera pudiera desaparecer. Ella, se dará vuelta, pero no lo mirará. Él entenderá y no sentirá rencor, porque sabe que no puede fijarse en él, si busca a un hombre.
Alguien pasó detrás de mí. ¿ Habrá sido él?. No, no pudo ser él, se hubiera acercado. O tal vez está sentado observando, y al verme se desilusionó.
Bajará entonces la cabeza para ocultar las lágrimas y tanteando se sentará en la silla donde estuvo sentada la voz del hombre que se fue, que  ya no espera.


CITA A CIEGAS, del libro de cuentos LA ESPERA  de Carmen Nani, editoial del Boulevard 2004 fue seleccionado para integrar la antologìa PUNTOS DE FUGA, de la editorial Ciudad, Buenos Aires. 2010.-


El Blog Piel de Lechuza ofrece el cuento "Cita a Ciegas"  y otros cuentos de Carmen Nani en la página Cuentos de Carmen Nani.  ¡Que lo difruten!



6 comentarios:

Marsilio dijo...

Muy buen cuento. Bien merecida su inclusión en la Antología Puntos de Fuga que reúne a autores de renombre.
un abrazo

Piel de lechuza dijo...

Gracias Marsilio, usted siempre al pie del cañón, alentándome con sus comentarios. ¡Hasta siempre!
Carmen

Anónimo dijo...

A veces puede resultar mejor seguir hablando por teléfono y no llegar nunca a la cita. Muy bueno Nani! Un abrazo: Quehago

Piel de lechuza dijo...

Cuanta razón tenés Quehago. En este caso, la ceguera era de él; no se si hubiera resultado prolongar la agonìa por telèfono. Gracias por tu comentario.
Carmen

cecimelano dijo...

PRECIOSO ...Carmen, cariños cecy melano

Piel de lechuza dijo...

Gracias Ceci!! Perdón por no haberte contestado antes!! Espero que nos sigas leyendo. Un beso
Carmen