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5 mar 2012

TRES MICRO - RELATOS por Carmen Nani

TENGO SED
¿Qué estoy buscando si ya no tengo posibilidades de encontrar? Se me perdió la vida dentro del hueco de mi vida.  Buceo desde la punta de  mis pies a lo largo de mis entrañas y llego a mis pechos vacíos, secos de tanto llorar.
Mi corazón no se mueve. Se murió por la falta de afecto. Me catapulto en esta superficie inerte, y quedo pendiendo de mis cuerdas vocales. Me da pena ver estos cordones que una vez cantaron a la vida, al sol, simplemente al hecho de ser y ahora sólo son pedazos de hilo movidos apenas para producir un gemido sordo, seco, como del que va a morir por falta de agua.
Yo tengo sed, pero no es agua lo que necesito.

EL PÉNDULO
Era como le péndulo. Sus días transcurrían manteniendo el equilibrio, caminando por la cuerda floja. Siempre huía. Buscaba el áncora que jamás encontró. 

El péndulo iba o venía, tenía opciones. Ella también podía elegir. Como el sol y la luna, el fuego y la nevada, las suyas eran  encontradas: podía consumirse en las llamas de un amor, pleno, pero prohibido, o morír entumecida en la escarcha de un amor indiferente, acostumbrado.
       Debía quedarse junto a uno de los dos. ¿A cuál elegir?


No pudo hacerlo. Siguió fluyendo por la vida, con la cada vez más tibia esperanza de que al detener su oscilar, el destino que le tocara, no fuera la nada, la vaciedad o el más brutal haber no-elegido.

LA OTRA MITAD
Lo amé desde siempre, a través de vos. Nunca supe qué misterio nos unía y temí conjurar a la traición. Con él no me permití fantasía alguna. Sin embargo, un mágico hechizo lo convertía en ladrón, para meterse en mis sueños. En la entelequia lo amaba intensamente sin tocarlo, sin mirarlo. Tal vez por eso el sentimiento crecía poderoso. Mil veces me pregunté por qué ocupaba mis pensamientos. Sin sosiego busqué la respuesta hasta hoy, que te veo ya sin vida, dormida en una paz anhelada, tu espíritu diciéndome:
-         Es tuyo, aquí tienes la respuesta. Tú debes terminar lo que yo no
     pude.
Me veo entonces, tomarle la mano, acariciarle la mejilla, consolarle el alma. El levanta la cabeza. Veo en sus ojos, tu rostro, tu sonrisa, tu confianza.
Así comprendo que siempre fuimos una. Que al equivocarte, tuvimos que encontrarnos para enmendarte, y poder estar junto a aquél, que fue tu otra mitad, y ahora es la mía.









6 comentarios:

titiceballos dijo...

Me atrevo a decir que esto guarda una enorme coincidencia con historias que viví y me trae a colación la frase final que me impacta ´´tengo sed pero no es agua lo que necesito´´ mi querida Carmen te quiero tanto que grande !
Titi

María E. dijo...

Dos frustraciones y un encuentro, qué bueno. Me gustó más el último. Vos cuidate de los sueños nena, ja.

Adriana Helena Rolando dijo...

tres pequeños relatos y un denominador común: DEJAR AL DESCUBIERTO LOS MÁS ÍNTIMOS SENTIMIENTOS.
¡Qué habilidad para hacerlo, siempre me sorprendes!

Piel de lechuza dijo...

Querida Titi, cuando tenemos esa sed que trasciende la necesidad física; cuando el agua no logra calmarla,.... nos encontramos en un momento difícil,¿ no?
Un beso
Carmen

Piel de lechuza dijo...

Los sueños no lastiman, los desencuentros tampoco. Sólo las personas poseemos ese don maquiavelico.
Un beso
Carmen

Piel de lechuza dijo...

Cada vez que me leen, que descubren, temo haber quedado demasiado expuesta. Luego, el miedo se atrinchera cuando leo comentarios como el tuyo,
Gracias Adriana
Un beso