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10 feb 2011

ARAÑAS, de Carmen Nani

¡Sos una viuda negra!, Gritó el hombre. ¡No soy peor!, la contestación de su mujer lo descolocó. La miró, y aunque le hubiera gustado gritárselo, sólo se animó a pensar que por lo negra y peluda, realmente se parecía a una araña. ¡Estás loca!, Gritó al tiempo que daba un portazo. Caminó a paso rápido hasta el templo tratando de disimular su disgusto, en vano. Estaba demasiado enojado. No había sido su intención decirle semejante barbaridad, pero tampoco había esperado esa respuesta. Mucho menos descubrir que su mujer, en efecto, se parecía a ese bicho. Estaba confundido. Pero quedó aún más, después del sermón. “Hermanos, si tuvieran que elegir entre una compañera hermosa, pero podrida por dentro y una fea, de un interior luminoso ¿Cuál elegirían? ¡La fea! Contestaron con entusiasmo todos. ¡No! Gritó el cura. La fea no tiene remedio; pero una compañera bella, también puede embellecerse por dentro.” Él no buscaría una mujer podrida por dentro, pero hermosa, para mejorarle el alma, como dijo el cura. Mirá que pretender quedarte con una mujer hermosa y buena. Eso, y la perfección sería lo mismo, cura ingenuo. Y así sacudiendo la cabeza, como tratando de ventilarla, tomó el ómnibus equivocado.
Sólo cayó en cuenta de su error, cuando buscando el paisaje agreste de la montaña, se encontró contemplando una ciudad que le ofrecía casas grises, enmarcadas en un gris más profundo. No parecía un cielo, sino más bien una cúpula, que iba cercando el día para dar lugar a una noche sin firmamento. Cura loco, mirá que decir que entre una compañera fea pero buena, y una hermosa pero mala, había que elegir a la mala porque se podía mejorar, y miró dentro del ómnibus. A nadie reconoció; tampoco le era familiar el llano por el que se deslizaban las ruedas, como resbalando sobre una superficie quieta, sin ese ajetreo que producían sus ondulaciones de todos los días. Miró al chofer, la nuca del chofer y se estremeció ante la delgadez de ese cuello tan rígido y diferente al vaivén acompasado del chofer gordo, que siempre lo llevaba a destino. Entre la araña que me tocó como esposa y el cura, me han dejado medio lelo, porque si es como dice, mi mujer no tiene remedio; es fea y encima mala;  y el agobio lo obligó a volver la mirada hacia la ventanilla detrás de la cuál, solo divisaba ventanas y puertas cerradas. El frío le recorrió la columna. Esto es mala señal, pensó al tiempo en que movía el tronco, tratando de estirar la espalda sin levantar los brazos. Estoy hecho un tarado, se reprendió ante sus oscuros pensamientos, y de derecha a izquierda hacía sonar sus vértebras. En ese momento el ómnibus se detuvo. Comprobó que sus presentimientos eran infundados cuando vio subir, con agilidad de pantera, a una joven hermosa. ¡Que pedazo de hembra!, Pensó. Pero del asombro pasó al sobresalto, cuando después de sacar el boleto, la hermosura giró y buscando un asiento, llegó hasta sus ojos y le sonrió. Entonces, al buscar ayuda entre los pasajeros, comprobó que el coche iba vacío.  Ella caminó con paso agresivo entre los asientos para ubicarse en el que estaba en la misma hilera, pero en la ventanilla opuesta. El hombre se apretó contra la suya, como intentando alejarse de la pasajera, que del otro lado, lo miraba insistente.
Del frío ilógico para esa zona tórrida, pasó al calor desacostumbrado de las noches que por lo mismo, se despojaban de toda temperatura. Transpiraba.  En ese momento recordó el sermón. Sin saber porqué, se sintió más tranquilo. Sin embargo, el efecto no duró mucho. Había quedado demasiado alborotado. Ahora no sabía si por el sermón o por esa atractiva pero extraña presencia que coincidía con las palabras del cura; ésta era hermosa, aunque no la conocía por dentro. Ella lo seguía mirando, y el sermón martillaba en su cabeza. ¡Soy peor que una viuda negra!, y las palabras que le había gritado su esposa, sonaron como una sentencia. ¡Mierda! No me puedo sacar a esa araña de la cabeza. El insulto obró en él como un estimulante que lo animó a mirar a su compañera de viaje, que lo venía provocando, y ante la cuál se sentía cada vez más vulnerable. El gris plomo del cielo, se descargó en una lluvia torrencial que levantó una niebla espesa del asfalto. El hombre se sentía más y más atraído. Después de todo, mi mujer no es buena, como todos creen. En el caso de ella y de acuerdo al sermón, es mucho peor, se justificó.
Así pensando se dejó seducir por esa hermosa desconocida, con la solapada intención de mejorarla por dentro. Al diablo con la culpa, si al final estoy siguiendo los consejos del cura, y se entregó a un abrazo que lo sumergió en un abismo, que de tan profundo, no pudo ver; como tampoco alcanzó a distinguir, la pata peluda que le acariciaba la espalda.

Es uno de mis cuentos preferidos, ¡ Que lo disfruten! La relaciòn con la película... ¡Para la próxima!
Carmen

ARAÑAS, del libro de cuentos LA ESPERA  de Carmen Nani,
editoial del Boulevard 2004 
El Blog Piel de Lechuza ofrece el cuento "Arañas"  y otros cuentos de Carmen Nani en la página Cuentos de Carmen Nani. 



16 comentarios:

titiceballos dijo...

Este es uno de los cuentos que más me gustó,tiene esa dósis justa de humor que nos hace sonreír con ganas despues de tanta tensión!
Siempre divertida Carmen! gracias por tus letras mágicas

Palabras como nubes dijo...

Excelente!! Perdón si mi única palabra tiene gusto a poco, pero cuando algo me gusta tanto, no sé qué decir... :(

Jeve

Jeve y Ruma.

Piel de lechuza dijo...

Jeve,a veces mil palabras no logran el efecto de una sola... me encanta tu comentario; lo siento fresco y sincero... nos mantenemos en contacto. ¡Gracias por hacer que nuestros espacios virtuales se aproximen! Hasta la próxima!
Carmen

Piel de lechuza dijo...

Es increíble, querida Titi, cómo el mismo cuento se transforma en uno totalmente distinto de acuerdo a cada lector.Si te dijera que a éste lo pensé desde el humor... te mentiría. Pero me alegra que te haya gustado, también es uno de mis preferidos. ¡Ojalá nos sigas leyendo siempre!Cariños
Carmen

Luis dijo...

Carmen:
No vi la película, así que la conexión me la perdí...
Me gustó mucho la forma de escribir, que te va atrapando y supongo que voy a tener que ver la película para ver el final, o que vos me lo cuentes!
Concuerdo con el cura. Ja.
Un abrazo
Luis

L.A dijo...

Carmen, siempre es un disfrute meterse en este espacio y demorarse en esas creaciones. Muy, pero muy buena idea!. Besos.

Anónimo dijo...

Hola Carmen, bueno el cuento de la Viuda Negra, siempre que se puede, los hombres tratamos de seguir los consejos de ese cura, La fea no tiene remedio; pero una compañera bella, también puede embellecerse por dentro.”

R.

Piel de lechuza dijo...

Querido Luis, creo que uno de los objetivos del blog es el de generar inquietudes para conocer más de lo que resultó atractivo dentro de nuestra propuesta. Si te despertó interés por El Beso de la Mujer Araña, entonces tarea cumplida... me alegro que te haya gustado el cuento, y otra cosa: sos el segundo que opina que los hombres deben seguir el consejo del cura. :) ¡Hasta la próxima!
Cariños
Carmen

Piel de lechuza dijo...

Gracias A.L. espero que sigas leyéndonos... la vida de un blog se enriquece a través de sus miradas. Un beso y ¡hasta la próxima!
Carmen

Piel de lechuza dijo...

Hola R. como siempre tu comentario es muy preciso. Si no, el cura tiene razón, no sé porque este hombre se enojó tanto. ¡Hasta la próxima! Cariños
Carmen

Anónimo dijo...

Es muy divertido este cuento. Recuerdo dónde y cuándo lo escribiste y me sigue sorprendiendo el final. Y, cual "atracción fatal" , que les sirva a los hombres para tratar bien a las damas, ja, ja.
Un abrazo y espero otra de tus perlitas. (Tenemos que ver esa peli de la cual ponés el trailer. Yo leí el libro y la obra de teatro y me encantaría saber cómo se adaptó en imagenes.
Un abrazo.
María E.

Mariángeles dijo...

Muy buen cuento, Carmen, pero te confieso que la sola imagen una pata de araña recorriendo la espalda del tipo me eriza los pelos de la nuca....¡Brrr! Me atrevería a decir que el final, por lo inesperado (o casi, porque uno ya lo va intuyendo) es digno de un minicuento (Los minicuentos son mi pasión,tanto leerlos como escribirlos). Cariños, Mariángeles

Piel de lechuza dijo...

Muy agradecida por tu comentario tan certero. Me gusta escribir cuentos cortos, no por eso de menos profundidad . Celebro que te haya causado tamaño efecto: era la idea. Una pregunta: ¿Cómo llegás al Blog? Por lo que me decís, deduzco que también escribrís. Espero que nos sigas leyendo. ¡Hasta la próxima!
Carmen

Piel de lechuza dijo...

Alguna vez nos toca a nosotras darles una lección, María E. ¿No te parece? Agradezco lo de la perlita y quizás surja a partir de tu propuesta de compartir la película. ¿Aceptás? Un beso y ¡hasta la próxima!
Carmen

Mariángeles dijo...

Carmen, tuve noticias del blog gracias a un amigo de María Elena Garay, que me envió el enlace a mi correo. Y sí, como bien decís, escribo, asisto a un taller presencial en Neuquén, y también participo de un foro de minicuentos. Las sigo leyendo, cariños, Mariángeles

Piel de lechuza dijo...

Gracias Mariangeles por tu calidez. Ojala pudiera leer algo tuyo y espero también que nos sigas acompañando. ¡Hasta la próxima! Cariños
Carmen