Lo mira insistentemente. Lo toca
dejando perdurar sus dedos en las líneas de su boca. Lo besa con labios y
lengua. El arrobamiento no aparece. Lo vuelve a abrazar, lo suelta, toma
distancia para evaluar con el entendimiento lo que le niega la emoción. Él es
el mismo pero ella ya no desentraña en él aquel brillo que otrora la iluminaba.
Sus manos son las mismas y cuando las toma entre las suyas cree reconocer una
tibieza conocida, pero, si bien la tibieza está, pareciera que de algún modo
fuera segregada sin intención ni mensaje y existiera por su propio continente
natural, las manos. Se aparta, observa la situación tratando de buscar el punto
donde sea posible recomenzar. Se esfuerza por clavar su mirada en sus ojos y
transmitirle una pasión incontenible; dice dos o tres frases vehementes
intentando crear una situación de reacomodamiento amoroso; sonríe y entorna los
ojos retrotrayéndose a gestos de seducción que antes bordeaban el desmayo pero
que ahora se disipan, contra paredes muelles y sin resonancias; vuelve a poner
sus labios en su boca queriendo extraer una sensación, al menos una distante
sensación que vuelva a dibujar la forma del deseo; se aprieta contra su cuerpo
y hace coincidir, como tantas otras veces, su pubis contra su sexo.
Él la besa, se aprieta contra su
cuerpo, la mira con ojos profundos y susurra las palabras siempre,
siempre. Se aparta, toma distancia y trata de reconocer en ella el
paisaje anterior al desierto, el vergel en el que se amaban; insiste en el
acercamiento y apoya su pecho en sus pechos buscando su morbidez, pasa su mano
por la espalda de ella, llega hasta la cintura, cierra los ojos, busca el
convencimiento.
TUNUNA MERCADO (Cordoba, 1939). Los
relatos escogidos pertenecen al libro “Canon de Alcoba”. Seix Barral Biblioteca
breve.
Que lo disfruten,
Carmen
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