El río trae cucharas, tenedores, trampas para Conejos, rulemanes
brillantes, mesas de madera con las patas hacia arriba, barriles de cerveza,
carteras de cuero repujado, herramientas sin uso, un guante de cabritilla.
El río manso y caudaloso del que no se divisa la otra orilla mantiene casi
en la superficie hasta las cosas más pesadas. Una máquina de tejer industrial
completa con su pie y sus carretes de lanas de diversos colores pasa girando
frente a los que con cañas y pértigas pescamos con el agua hasta la rodilla.
Se escuchan comentarios. Las palabras catástrofe, represa, pueblo alto,
víctimas, suenan aquí y allá.
Con una larga caña que he dotado de un lazo en la punta espero porque sé
que debe llegar.
Entre tanta de acero inoxidable, copas de cristal, vestidos de noche,
cuadros al óleo con bosques, lagos, y ciervos a la carrera, llegará.
Tengo mi cuchillo con doble caladura por si alguien se le ocurre
quitármela.
Dorada y danzando en remolinos
vendrá la trompeta con la que sueño desde los trece años y ahora no se
me a escapar.
Un cuento con una historia que apenas se insinúa. Que lo disfruten,
Carmen
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