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30 dic 2017

¡CHAU 2017! ¡BIENVENIDO 2018!

En el ocaso de un año muy intenso, el sentimiento que me embarga es de profundo agradecimiento. Gracias, Liz por ser el contrapunto justo, el complemento ideal para sostener cada encuentro. Gracias a los que a través de distintos medios nos han seguido fieles, siempre con una palabra de aliento. Y por supuesto, un gracias enorme a cada una de las mujeres que han nutrido y enriquecido este taller. 
Levanto la copa por un formidable 2017, y redoblo apuestas  para que el próximo 2018 sea inolvidable...

Hasta el próximo café, cuento o encuentro,
Carmen


26 nov 2017

LA MONTAÑA, de Anderson Imbert

El niño empezó a treparse por el corpachón de su padre, que estaba amodorrado en la butaca, en medio de la gran siesta, en medio del gran patio. Al sentirlo, el padre, sin abrir los ojos y sotorriéndose, se puso todo duro para ofrecer al juego del hijo una solidez de montaña. Y el niño lo fue escalando: se apoyaba en las estribaciones de las piernas, en el talud del pecho, en los brazos, en los hombros, inmóviles como rocas. Cuando llegó a la cima nevada de la cabeza, el niño no vio a nadie. -¡Papá, papá! -llamó a punto de llorar. Un viento frío soplaba allá en lo alto, y el niño, hundido en la nieve, quería caminar y no podía.
 -¡Papá, papá! El niño se echó a llorar, solo sobre el desolado pico de la montaña.

Que lo disfruten,
Carmen

17 nov 2017

¿CUÁL SERÁ EL FAVORITO?, por Carmen Nani

La consigna para el último encuentro del año, es elegir el cuento que más gustó,y decir por qué. 
Los invito a que participen de este juego, que implica leer mucho y disfrutar más...

¿Cuál será el favorito?

A continuación lo leído y compartido durante este año que se despide...






“AMOR 77”, de Julio Cotázar
“LA INUNDACIÓN”, de Pedro Chappa
“MATAR A UN NIÑO”,  de Stig Dagerman
“UN HOMBRE SIN SUERTE”, de Samanta Schweblin
“UNA MEDIDA TEMPORAL”, de Jhumpa Lahari
“TRAVESÍA”, de Gabriela Melania Camaño
“COMO ARREGLAR EL MUNDO”, de Gabriel García Márquez
“PÁJAROS PROHIBIDOS”, de Eduardo Galeano
“HABLABA Y HABLAMA”,  de Maux Aub
“UN SUEÑO”, de Jorge Luis Borges
“DESPECHO”, de Andrés NeumanArtículo de Cecilia Spina
“BESOS EN EL PAN”, de Almudena Grandes
“LA TÍA LILA”, de Daniel Moyano
“LA DENSIDAD DE LAS PALABRAS”, de Luisa Valenzuela
“SI ESTO ES LA VIDA, YO SOY CAPERUCITA ROJA”, de Luisa Valenzuela
“VIEJO CON ÁRBOL”, de Fontanarrosa
“LOS POCILLOS”, de Mario Benedetti
“LAS PANTERAS Y EL TEMPLO”, de Abelardo Castillo
“EMA ZUNS”, de Jorge Luis Borges
“EL ESPEJO” de Nicolas Di Candia
"HOY TEMPRANO", de Pedro Mairal

Hasta muy pronto,
Carmen


24 oct 2017

LAS PANTERAS Y EL TEMPLO, de Abelardo Castillo

Y sin embargo sé que algún día tendré un descuido, tropezaré con un mueble o simplemente me temblará la mano y ella abrirá los ojos mirándome aterrada (creyendo acaso que aún sueña, que ese que está ahí junto a la cama, arrodillado y con el hacha en la mano, es un asesino de pesadilla), y entonces me reconocerá, quizá grite, y sé que ya no podré detenerme. Todo fue diabólicamente extraño. Ocurrió mientras corregía aquella historia del hombre que una noche se acerca sigilosamente a la cama de su mujer dormida, con un hacha en alto (no sé por qué elegí un hacha: ésta aún no estaba allí, llamándome desde la pared con un grito negro, desafiándome a celebrar una vez más la monstruosa ceremonia). Imaginé, de pronto, que el hombre no mataba a la mujer. Se arrepiente, y no mata. El horror consistía, justamente, en eso: él guardará para siempre el secreto de aquel juego; ella dormirá toda su vida junto al hombre que esa noche estuvo a punto de deshacer, a golpes, su luminosa cabeza rubia (por qué rubia y luminosa, por qué no podía dejar de imaginarme el esplendor de su pelo sobre la almohada), y ese secreto intolerable sería la infinita venganza de aquel hombre. La historia, así resuelta, me pareció mucho más bella y perversa que la historia original. Inútilmente, traté de reescribirla. Como si alguien me hubiese robado las palabras, era incapaz de narrar la sigilosa inmovilidad de la luna en la ventana, el trunco dibujo del hacha ahora detenida en el aire, el pelo de la mujer dormida, los párpados del hombre abiertos en la oscuridad, su odio tumultuoso paralizado de pronto y transformándose en un odio sutil, triunfal, mucho más atroz por cuanto aplacaba, al mismo tiempo, al amor y a la venganza. 

19 oct 2017

LOS POCILLOS, de Mario Benedetti

Los pocillos eran seis: dos rojos, dos negros, dos verdes, y además importados, irrompibles, modernos. Habían llegado como regalo de Enriqueta, en el último cumpleaños de Mariana, y desde ese día el comentario de cajón había sido que podía combinarse la taza de un color con el platillo de otro. “Negro con rojo queda fenomenal”, había sido el consejo estético de Enriqueta. Pero Mariana, en un discreto rasgo de independencia, había decidido que cada pocillo sería usado con su plato del mismo color.
“El café ya está pronto. ¿Lo sirvo?”, preguntó Mariana. La voz se dirigía al marido, pero los ojos estaban fijos en el cuñado. Este parpadeó y no dijo nada, pero José Claudio contestó: “Todavía no. Esperá un ratito. Antes quiero fumar un cigarrillo”. Ahora sí ella miró a José Claudio y pensó, por milésima vez, que aquellos ojos no parecían de ciego. La mano de José Claudio empezó a moverse, tanteando el sofá. “¿Qué buscás?” preguntó ella. “El encendedor”. “A tu derecha”. La mano corrigió el rumbo y halló el encendedor. Con ese temblor que da el continuado afán de búsqueda, el pulgar hizo girar varias veces la ruedita, pero la llama no apareció. A una distancia ya calculada, la mano izquierda trataba infructuosamente de registrar la aparición del calor. Entonces Alberto encendió un fósforo y vino en su ayuda. “¿Por qué no lo tirás?” dijo, con una sonrisa que, como toda sonrisa para ciegos, impregnaba también las modulaciones de la voz. “No lo tiro porque le tengo cariño. Es un regalo de Mariana”.
Ella abrió apenas la boca y recorrió el labio inferior con la punta de la lengua. Un modo como cualquier otro de empezar a recordar. Fue en marzo de 1953, cuando él cumplió treinta y cinco años y todavía veía. Habían almorzado en casa de los padres de José Claudio, en Punta Gorda, habían comido arroz con mejillones, y después se habían ido a caminar por la playa. Él le había pasado un brazo por los hombros y ella se había sentido protegida, probablemente feliz o algo semejante. Habían regresado al apartamento y él la había besado lentamente, amorosamente, como besaba antes. Habían inaugurado el encendedor con un cigarrillo que fumaron a medias.
Ahora el encendedor ya no servía. Ella tenía poca confianza en los conglomerados simbólicos, pero, después de todo, ¿qué servía aún de aquella época?
“Este mes tampoco fuiste al médico”, dijo Alberto.
“No”.
“¿Querés que te sea sincero?”.
“Claro.”
“Me parece una idiotez de tu parte.”
“¿Y para qué voy a ir? ¿Para oírle decir que tengo una salud de roble, que mi hígado funciona admirablemente, que mi corazón golpea con el ritmo debido, que mis intestinos son una maravilla? ¿Para eso querés que vaya? Estoy podrido de mi notable salud sin ojos.”

13 sept 2017

CÓMO ARREGLAR EL MUNDO, por Gabriel García Márquez

Un científico, que vivía preocupado con los problemas del mundo, estaba resuelto a encontrar los medios para aminorarlos.  Pasaba días en su laboratorio en busca de respuestas para sus dudas.
"Papá, papá, ya hice todo, conseguí terminarlo", dijo el niño.
“Papá, papá, ya hice todo, conseguí terminarlo”, dijo el niño.
Cierto día, su hijo de siete años invadió su santuario decidido a ayudarlo a trabajar.  El científico, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a otro lado.
Viendo que era imposible sacarlo, el padre pensó en algo que pudiese darle con el objetivo de distraer su atención.  De repente se encontró con una revista, en donde había un mapa con el mundo, justo lo que precisaba.
Con unas tijeras recortó el mapa en varios pedazos y junto con un rollo de cinta se lo entregó a su hijo diciendo: “como te gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo todo roto para que  lo repares sin ayuda de nadie”.
Entonces calculó que al pequeño le llevaría 10 días componer el mapa, pero no fue así.  Pasadas algunas horas, escuchó la voz del niño que lo llamaba calmadamente.  “Papá, papá, ya hice todo, conseguí terminarlo”.
Al principio el padre no creyó en el niño.  Pensó que sería imposible que, a su edad hubiera conseguido recomponer un mapa que jamás había visto antes. Desconfiado, el científico levantó la vista de sus anotaciones con la certeza de que vería el trabajo digno de un niño.

4 sept 2017

PAJAROS PROHIBIDOS, de Eduardo Galeano


1976, en una cárcel del Uruguay: 


Los presos políticos uruguayos no pueden hablar sin permiso, silbar, sonreír, cantar, caminar rápido ni saludar a otro preso. Tampoco pueden dibujar ni recibir dibujos de mujeres embarazadas, parejas, mariposas, estrellas ni pájaros. 
Didaskó Pérez, maestro de escuela, torturado y preso por tener "ideas ideológicas", recibe un domingo la visita de su hija Milay, de cinco años. la hija le trae un dibujo de pájaros. Los censores se lo rompen a la entrada de la cárcel. 
Al domingo siguiente, Milay le trae un dibujo de árboles. Los árboles no están prohibidos, y el dibujo pasa. Didaskó le elogia la obra y le pregunta por los circulitos de colores que aparecen en las copas de los árboles, muchos pequeños círculos entre las ramas: 
- ¿Son naranjas? ¿Qué frutas son? 
La niña lo hace callar: 
- Ssshhhh. 
Y en secreto le explica: 
- Bobo. ¿No ves que son ojos? Los ojos de los pájaros que te traje a escondidas. 

Que lo disfruten,
Carmen

21 ago 2017

HABLABA Y HABLAMA de Max Aub

Hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba. Y venga hablar. Yo soy una mujer de mi casa. Pero aquella criada gorda no hacía más que hablar, y hablar, y hablar. Estuviera yo donde estuviera, venía y empezaba a hablar. Hablaba de todo y de cualquier cosa, lo mismo le daba. ¿Despedirla por eso? Hubiera tenido que pagarle sus tres meses. Además hubiese sido muy capaz de echarme mal de ojo. Hasta en el baño: que si esto, que si aquello, que si lo de más allá. Le metí la toalla en la boca para que se callara. No murió de eso, sino de no hablar: se le reventaron las palabras por dentro.

Que lo disfruten,
Carmen

14 ago 2017

UN SUEÑO, de Jorge Luis Borges

En un desierto lugar del Irán hay una no muy alta torre de piedra, sin puerta ni ventana. En la única habitación (cuyo piso es de tierra y que tiene la forma de círculo) hay una mesa de maderas y un banco. En esa celda circular, un hombre que se parece a mi escribe en caracteres que no comprendo un largo poema sobre un hombre que en otra celda circular escribe un poema sobre un hombre que en otra celda circular...El proceso no tiene fin y nadie podrá leer lo que los prisioneros escriben.

Que lo disfruten,
Carmen

6 ago 2017

AMOR 77, de Julio Cortàzar

Y después de hacer todo lo que hacen, se levantan, se bañan, se entalcan, se perfuman, se visten y, así progresivamente, van volviendo a ser lo que no son.



Que lo disfruten,
Carmen