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14 may 2018

EL DUELO, de Orlando Romano

Durante días, el pequeño Matthew sumó valor y estudió y maduró su plan. 
La contemplación del espejo, al final del oscuro corredor, lo mantuvo abstraído largo rato; buscaba esa sombra indefinida, y espeluznante que a veces, de soslayo creía ver en el azogue. La manita izquierda se hizo puño, la derecha comprimió el martillo. Sobre la alfombra, avanzó con desnudos pasitos y se detuvo, porque el espejo también había dado unos pasos hacia él.
¡¡¡Te oí, a la cama!!!, exigió la voz desde el dormitorio.
Matthew blandió el martillo en gesto de amenaza "volveré", cuchicheó.
el espejo retrocedió hasta la pared.

Que lo disfruten,
Carmen

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