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31 ene 2011

EL DESEO por Cecilia Spina


Quisiera hoy contrastar y al mismo tiempo complementar dos textos literarios que plantean, a mi juicio, la insatisfacción humana y la búsqueda de un modo desesperado y a veces cruel, de escapar, zafar u olvidar el sentido trágico de la vida, que todos con mayor o menor explicitud de conciencia, llevamos inscripto en el ADN colectivo. Por un lado, un cuento de Raymond Carver, “La esposa del estudiante”;  por otro, la novela de Yasunari Kawabata titulada “País de nieve”.
En el caso del primer texto, el relato transcurre a lo largo de una sola noche. La pareja de Mike y Nan, exponentes de la sociedad occidental y norteamericana,  ya están en cama dispuestos a descansar después de un día de trabajo como tantos otros. Los niños, llevan horas dormidos.
Él, Mike, hombre relajado, según su conducta habitual llama al sueño leyendo en voz alta poemas. Poemas de Rilke, Browning, cuartetas del Rubáiyyát. Ella, Nan, en cambio, según da a entender la narración es una persona tierna, amable y con un grado enorme de desasosiego, de insatisfacción interior poco precisa, que la lleva al insomnio y a una inquietud turbadora.
Por ello esa noche en particular, intenta mantener a Mike despierto. Necesita que la escuche, necesita saber más del mundo interior de él. Avanzada la oscuridad, para retener a Mike en vigilia le pide favores, ya un sándwich pequeño porque siente hambre, ya algunos masajes porque le duelen los brazos y las piernas. Él complace entre rezongos esos reclamos puntuales y de inmediato se acomoda para dormir. Siempre gira, le da la espalda y no ve más allá de tan caprichosos pedidos. O no quiere ver.

20 ene 2011

CUENTOS DE VERANO

                                                             BRASIL 
Por María Elena Garay                                                              

A la hora de decidir el destino de sus vacaciones, ellas discutieron acaloradamente. Inés, después de un año bastante pesado en la facultad, prefería un lugar tranquilo, en donde no hubiera relojes, colas de espera, turistas gritones atrapando imágenes que luego archivarían, bocinas ni tumultos. Mientras que a Celina, pura chispa, la tranquilidad le alteraba los nervios; se imaginaba en un safari, cabalgando a través de las montañas, haciendo surf sobre las olas o lanzándose de un paracaídas. Necesitaba movimiento.
Cuando contó sus ahorros, Celina comprendió que sus ambiciosos proyectos tendrían que ser postergados. Por eso, después del obligado y sabroso regreso a la casa de sus padres para hacer acopio de cariño, después del año de estudios en esta ciudad, admitió que si no podía hacer lo que quería, la voluntad de Inés le alcanzaba para cambiar de aire. Siempre tuvo respeto por las decisiones de Inés; decía poco pero lo correcto, tenía juicios prudentes y hasta sabios.
Pensaron en varios lugares. Al final, convinieron que una playa era una idea adecuada para las dos; Brasil tiene hermosas playas. La aventurera Celina preguntó por una rústica, “rara”, para caminarla y descubrirla por completo. Esto conformó a Inés; llevaría toda su batería de libros. Se decidieron por un pequeño pueblo de pescadores.

10 ene 2011

DOÑA JOVITA Y EL CUARTO REY MAGO

06 de enero, día de Reyes, día de Epifanía: El Niño ha nacido. El día de Reyes me remonta a mi infancia, en la que junto a mis hermanas juntaba pasto para los camellos, y agua para los Reyes Magos. Pasto y agua que eran enmarcados por seis zapatitos, los mejores, alrededor del árbol de navidad. Inconmensurable  ilusión la de nuestros corazones que ansiosos latían muy temprano por la mañana para ver qué nos habían dejado. Tradición que transmití a mis hijos; y tan ingenuos los esperaban, que una noche Matías, preparó con esmero el pasto y los zapatos... encontrar tres latas de cerveza fue una sorpresa para mí. Cuando le pregunté porque lo había hecho, con la lógica inocencia de un niño de cinco años me contestó: “Pobres Reyes, deben estar cansados de tomar agua.” Ojala todavía haya muchos niños que conserven la ilusión… para ellos, un regalo de los Reyes Magos: El Nacimiento del Niño, narrado por Doña Jovita, preciosa manifestación de la cultura popular, y la historia del cuarto Rey Mago.... porque los Reyes fueron cuatro.

EL CUARTO REY MAGO
Cuenta una leyenda rusa que fueron cuatro los Reyes Magos. Luego de haber visto la estrella en el oriente, partieron juntos llevando cada uno sus regalos de oro, incienso y mirra. El cuarto llevaba vino y aceite en gran cantidad, cargado todo en los lomos de sus burritos.
Luego de varios días de camino se internaron en el desierto. Una noche los agarró una tormenta. Todos se bajaron de sus cabalgaduras, y tapándose con sus grandes mantos de colores, trataron de soportar el temporal refugiados detrás de los camellos arrodillados sobre la arena. El cuarto Rey, que no tenía camellos, sino sólo burros buscó amparo junto a la choza de un pastor metiendo sus animalitos en el corral de pirca. Por la mañana aclaró el tiempo y todos se prepararon para recomenzar la marcha. Pero la tormenta había desparramado todas las ovejitas del pobre pastor, junto a cuya choza se había refugiado el cuarto Rey. Y se trataba de un pobre pastor que no tenía ni cabalgadura, ni fuerzas para reunir su majada dispersa.
Nuestro cuarto Rey se encontró frente a un dilema. Si ayudaba al buen hombre a recoger sus ovejas, se retrasaría de la caravana y no podría ya seguir con sus Camaradas. El no conocía el camino, y la estrella no daba tiempo que perder. Pero por otro lado su buen corazón le decía que no podía dejar así a aquel anciano pastor. ¿Con qué cara se presentaría ante el Rey Mesías si no ayudaba a uno de sus hermanos?
Finalmente se decidió por quedarse y gastó casi una semana en volver a reunir todo el rebaño disperso. Cuando finalmente lo logró se dio cuenta de que sus compañeros ya estaban lejos, y que además había tenido que consumir parte de su aceite y de su vino compartiéndolo con el viejo. Pero no se puso triste. Se despidió y poniéndose nuevamente en camino aceleró el tranco de sus burritos para acortar la distancia. Luego de mucho vagar sin rumbo, llegó finalmente a un lugar donde vivía una madre con muchos chicos pequeños y que tenía a su esposo muy enfermo. Era el tiempo de la cosecha. Había que levantar la cebada lo antes. posible, porque de lo contrario los pájaros o el viento terminarían por llevarse todos los granos ya bien maduros.